martes, abril 21, 2009

Semana literaria. Texto 2: El olor de tu reflejo.

LLega el tren. Su ruido me saca de mi estado de somnolencia. Abro los ojos, me levanto y espero a que se abran las puertas. Una vez dentro me dejo mecer por el vaivén de los raíles. Pero ahora no me duermo. Hay un extraño olor dentro. No es que huela mal, tampoco bien. Pero busco la fuente.
A mi derecha hay un espantapájaros. Es horrible. Supongo que es normal, es su misión. Pero ahora está bostezando y su aparencia toma un carácter tetricamente cómico.
Más allá hay un militar. Nunca he sabido eso de los rangos y las estrellas. Pero debe ser alguien importante porque tiene muchos brillantes. El espantapájaros no deja de mirarle un tatuaje que le sale del pecho y del que solo se ve la parte de arriba. Se ve poco... podría ser un camión o una cara.
Miro al otro lado. Sigo sin encontrar la fuente del olor. Ahora empieza a ser más desagradable. Poco a poco. Como si fuera notando sus matices, y todos fueran asquerosos. Pero a ese otro lado no había nada. Gente normal leyendo el periódico, o un libro, o escuchando música. Más allá, al fondo, sí que había un mendigo. Pero no, no era ese el olor.

Entonces miré de frente. Y vi mi reflejo en el cristal de la puerta. Y te vi a ti. Y de ahí venía ese olor. El dulce olor de tu cuerpo. El putrefacto olor de nuestra muerte.


Nota: Aquí puedes leer la Réplica de Alnital