sábado, enero 05, 2008

Queridos Reyes Magos

En primer lugar, disculpen mi tardanza. La mezcla de dudas, ideas que van y vienen, falta de tiempo y algún que otro lamento, han provocado que hasta ahora no me haya decidido a mandaros esta misiva cargada de la ilusión de un alevín y los sueños de grandeza del adolescente que jamás he dejado de ser.

Perdonen también la poca modestia que se puede presuponer de esta carta, ya que pediré lo que realmente quiero, sin pararme a juzgar si en el pasado año he sido merecedor de estos regalos. Sé que hecho sufrir, a veces en demasía, a gente que se merecía otro tipo de sentimientos. Otro tipo de situaciones. Y sé también que en más de una ocasión he mirado más por mí que por el resto de la humanidad. Quizá todos llevamos dentro un pequeño duende egoísta que necesita llegar el primero, llegar más lejos, llegar antes, colgarse todas las medallas y comerse la tarta entera. Quizá es que solo conseguimos callarlo, tapar la boca a ese maldito duende, cuando el ruido de nuestra felicidad es capaz de tapar sus gritos.

Majestades, este año no pediré un balón, una bici o un scalextric. Ni siquiera una escalera para llegar hasta su ventana y poder colarme entre sus sábanas.
Este año me gustaría pedirles tan sólo tres cosas. Una burbuja, una cajita y un espejo.

Una burbuja para dejarla en la mesita de noche y que cuando uno este dormido, poder guardar allí los sueños. Y luego durante el día poder verlos tras la iriscencia del jabón (un jabón bueno, para que la burbuja no explote pronto, por favor). Y entonces ver tus sueños a través de esa capa de colores y disfrutarlos. Y que ellos te animen con su arcoíris a seguir luchando por ellos. Ese es mi primer deseo: una burbuja de sueños.

La cajita que quiero puede ser casi cualquiera. A poder ser, me gustaría una cajita de madera, pequeñita, que se pueda llevar en el bolso o en el bolsillo. Una cajita donde uno pueda guardar todas las ideas que se le vayan ocurriendo. Para las ideas no vale una burbuja, puesto que los sueños son ligeros, pero las ideas pesadas. Por eso necesito una caja. Ese es mi segundo deseo: una caja de pensamientos.

Como ya os habréis podido imaginar, estos regalos no son para mí. Hace tiempo que guardo mis sueños y mis pensamientos en compartimentos secretos de mi armario. Así que me gustaría que llevaseis estos regalos un poco más al sur de la ciudad. A algún lugar donde haya la humedad suficiente para que jamás se seque aquella burbuja

Y sí, voy ya con el tercer y último regalo: el espejo. Quiero que entreguéis también un espejo, para que los días en que la soledad, las dudas, el silencio y las preguntas flotando en el aire, ella (siempre los regalos acaban siendo para una mujer...) tome el espejo y recuerde su cara. Una cara que está guardada en el compartimento secreto de mi armario, decidiéndose entre el apartado de sueños o de recuerdos. Una cara preciosa. Una cara que tiene una increíble capacidad para ser amada. Y ese es mi tercer regalo: un espejo.

Sé de la dificultad de conseguir los regalos que he pedido, especialmente el tercero (la verdad siempre es más difícil que los sueños o las ideas), pero confío ciegamente en sus capacidades. Al fin y al cabo más de 2000 años en el mismo puesto de trabajo, estoy convencido que les han dado la experiencia suficiente como para solucionar estas situaciones.

Que pasen una feliz noche.

Nos vemos en el 2009

2 Susurros:

Blogger Alnitak said...

Seguro que has conseguido poner una sonrisa en la boca de tanto Rey Mago acostumbrado a Playstations 3, amor,salud y dinero...

A mí, me ha encantado.

8:43 p. m.  
Blogger Angus Scrimm said...

Me ha gustado la idea, aunque me habría encantado que hubieses pedido para ti..., que los reyes no entienden de encargos..

Un abrazo, hombre, que te veo decaído en general...

10:26 p. m.  

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