miércoles, julio 12, 2006

Soneto

Estoy perdidamente enamorado
de una mujer tan bella como ingrata;
mi corazón otra pasión no acata
y mis ojos su imagen han plasmado.

Si escudriño en mi pecho, triste creo
que otra hermosa me diera sólo enojos
y si sereno miro, ante mis ojos
su figura gentil sólo veo.

Con voz trémula le dije mi cariño;
y sacástica y cruel exclamó:<<¡Niño,
conoces el amor sólo de nombre!>>

Y desde entonces sufro lo indecible...
¿Por qué, amada mujer, crees imposible
en un cuerpo de niño un alma de hombre?

En la huerta, enero de 1930
Miguel Hernández