jueves, julio 06, 2006

Amar

Cuando me desperté, ella no estaba allí.
No dejó ningún mensaje, ninguna nota.
Su ropa ya no estaba. Ni su olor. Ni su tacto sobre mis labios.
Yo la amaba.
Pero ella no estaba.
Yo la amaba. Pero al mirar a mi lado, sólo ví su lado de la cama vacío.
No traté de buscarla. Era estúpido. Si se había ido ¿para qué buscarla de nuevo?
La amaba, lo juro. Pero sabía que no podía ir detrás de ella. No sabría donde buscarla. Por supuesto. Ya te he dicho que no dejó ninguna nota.
Además, no tendría sentido. Alguna otra vez yo me quedaría dormido. Es inevitable. Y entonces ella se iría. Si quisiera hacerlo se iría. Entonces, ¿para qué buscarla de nuevo?
La amaba. Alguno quizá no se lo crea. Pero yo la amaba.
Con ella aprendí lo que es amar y ser amado.
Quizá ella no me amaba a mí. No lo sé. Pero yo me lo creía. Yo soñaba que me amaba. Y es lo mismo al fin y al cabo. Sólo que cuando te aman de verdad no te suelen dejar una mañana cualquiera. Pero es lo mismo.
Yo sentía que me amaba. Y me bastaba, la verdad.
A los amantes les suele bastar con que les amen.
Cuando amas de verdad te conformas con eso.
Si pides más es que no amas, quieres, que es parecido, pero no llega a ser igual.
¿Alguna vez habeis querido a alguien?
Es una sensación muy parecida a amar. Pero no es lo mismo. Cuando uno quiere a alguien siente invitablemente que esa persona debe, tiene que, ser suya. Tiene la imperiosa necesidad de conquistarla, poseerla y guardarla para uno mismo. Querer es tener la necesidad de poseer.
Amar es diferente. Uno, cuando ama, se siente lleno. No necesita nada más. Y la persona amada quizá no sabe que existes. Da igual. O tal vez vive a mil kilómetros (más o menos). Pero te da igual. La amas. Y eso es todo. Para tí, eso es todo.
A lo mejor pasa que ella también te quiere. O incluso mejor: ella te ama. Entonces la sensación de plenitud se transforma en ligereza y uno empieza a volar. No porque le salgan alas. No. Vuelva porque todo el peso del cuerpo se desvanece. Y uno se eleva. Y no sabe hasta donde sube, porque llega un momento en el que solo se ve luz. Imagino que será el Sol. Pero no lo sé... había demasiada luz para verlo.
A veces incluso uno ama y es amado, y además, lo sabe. A eso se le llama ser feliz.
Es difícil ser feliz. Y es difícil serlo porque es difícil amar, y también que te amen, pero saberlo... saberlo es casi imposible. Todos tenemos miedo a volar. Deber ser eso. Tenemos miedo a salir volando y no saber bajar. ¿Bajar para qué? ¡Vaya tontería querer bajar! Pero nos da miedo subir sin saber bajar, y no debería. Quizá, como mucho, debería darnos miedo subir sin saber quedarnos arriba. Porque eso es lo importante. Quedarse arriba.
Yo todo esto lo sé porque me lo contaron una vez. Y ella me dijo que me amaba. Y yo creí. Lo supe.
Y entonces aprendrí a volar...

Cuando me desperté, solo oí su voz diciendo:
-Despierta cariño, se hace tarde...

2 Susurros:

Blogger Alnitak said...

Conozco esa sensación, y conozco la sensación posterior, la del miedo a volar, la del miedo a subir, la del miedo en general. Yo también he amado sin necesitar nada, no sólo querer, sino amar, necesito amar para sentirme bien, supongo que como todos los que lo hemos probado alguna vez.

3:10 p. m.  
Blogger marga said...

Ay, soy demasiado cobarde como para permitirme volar... creo que sufro de vértigo.
Pero desde luego me ha encantado la distinción que has hecho entre querer y amar.

10:05 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home