miércoles, noviembre 09, 2005

Áve Fénix


¿Cuántas veces habré muerto y resucitado? ¿Cuántas, lo habré hecho en un mismo día, en un mismo minuto, en el mismo instante?
La vida nos maltrata en muchas ocasiones. Nos pone a prueba. Y eso es bueno. Nos hace aprender.
Tampoco puede ser que nuestra vida sea un martirio. Pero un poquito sí que hay que sufrir. Uno valora mejor las cosas.
Algunos se enorgullecen de no haber tenido errores, de ser perfectos, de saber siempre qué hacer y cómo hacerlo... y bueno, no está mal, pero no sabemos como responderán al fracaso que, tarde o tempreno les llegará.
En economía se dice que un verdadero empresario no es aquel que tiene éxito. Si no aquel que pasó de tenerlo todo, a no tener nada y ha vuelto a conseguir tener éxito. Ese demuestra que de verdad es bueno, seguro de sí mismo y preparado. Ese demuestra que no necesita de la suerte para triunfar. Sólo se necesita a él.
Lo importante es aprender cuando nos caemos. Saber si nos hemos caído porque había una piedra, porque mirabamos demasiado el paisaje, si alguien nos empujó... Y tenerlo siempre presente. No olvidar las veces que nos hemos caído. Las cicatrices a veces son buenas "consejeras" por eso mismo.
Y sobre todo, tener fuerzas para levantarse una y otra vez... como nos levantamos una y otra mañana, más cansados que el día anterior. Pero al menos, ese es mi consuelo. Sabiendo algo más.

Moriré y resucitaré miles de veces... pero siempre volveré a ponerme en pie, porque como el Áve Fénix, me levantaré una y otra vez, sin importarme lo duro que sea el golpe que me haya llevado a la muerte.