domingo, noviembre 20, 2005

El valor de los nombres


Hablaba el otro día con un amigo de la importancia de cómo llamar a las cosas. Y del uso que se puede dar a ello. Un ejemplo lo tenemos con Nación y otro con Matrimonio. Ya sabeis todos. No vale la pena seguir con ellos.
Pero hay otra que me duele y me gusta mucho. Me duele porque se le dá un matiz contrario totalmente al que debería tener. Y me gusta justo por eso, porque yo le veo ese punto único y diferente.
Me refiero a la palabra amante. Y es que un amante no es aquella persona con la que compartes un rollo, o aquella con la que tienes una relación "escondida". Un amante es, o debe ser al menos para mí, aquella persona a la que amas y que te ama. Aquella que te provoca sensaciones nuevas en cada mirada. Aquella que te hace el amor (parece una especie en extinción). Aquella debe ser tu amante.
Llevaba este tema pensandolo desde hace tiempo. Y ahora creo que era el momento de contarlo. Simplemente me apetecía.