domingo, octubre 23, 2005

Diagnóstico: Soso


Doctor, lo sé, sé que debe ser usted el que me diga el diagnóstico. Para eso le pago. Y para eso estudió usted una carrera. Pero lo sé. Hoy lo he comprendido. Hoy me he comprendido.
Sí, soy un soso, doctor. Y lo peor es que no se me ocurren muchas cosas para dejar de serlo. Y las pocas que se me ocurren no me apetecen. Algunos dirán que desperdicio mi tiempo. Pero, digame doctor, ¿no lo desperdicio más haciendo algo que me aburre? Yo personalmente prefiero no hacer nada. Al menos no me canso. Y eso, a día de hoy, es un paso importante doctor. Las energías cada vez son más escasas. Quizá deberíamos dejar la terapia y que usted me recete unas vitaminas. O quizá otro alma.
Puede que algunas ocurrencias, momentos de inspiración o improvisación consigan romper ligeramente la monotonía. Pero es como poner un parche de bicicleta a una presa a punto de reventar.
Doctor, lo sé. Y por mi mismo me da igual. Me importan mucho más las consecuencias para ella. Sé que está triste. Y sé que debería hablar con ella. Pero ella también tiene parte de culpa en esto. ¿Y si le hago más daño siendo sincero que siendo soso?
Doctor, lo sé. El timbre ha sonado, tengo que irme. El tiempo se ha acabado. Voy a comprar parches...